- El único testigo cambió su versión durante el juicio oral y negó que tras auxiliar a la víctima hubiera identificado al acusado. La sentencia no ha tenido en cuenta que la víctima reconociera al presunto autor de los hechos y al arma homicida y alega que Mª Cleofé se inventó los hechos
Fotos: Anabel Navarro
Barreto espera una segunda oportunidad para su caso, en el que tras la respuesta del Tribunal Supremo (TS) al escrito de casación, el acusado, J.A.S.S., ha quedado absuelto de los de delitos de agresión sexual y lesiones-por los que la Fiscalía pedía 6 años de prisión, una sanción de 50.000 euros y una indemnización de 13.000 euros para la víctima-.
Barreto asegura que su propio abogado de oficio, el Juzgado Número 1 de Arrecife y la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas han realizado un juicio paralelo, lleno de negligencias y cuya “responsabilidad patrimonial” ha sido confirmada incluso por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Según su testimonio, en la sentencia se dice que la denuncia de Cleofé es una absoluta invención pactada con el único testigo. Éste cambió su versión durante el juicio oral celebrado el pasado 14 de marzo de 2007 tras no comparecer en la anterior vista, prevista para el 29 de noviembre de 2006 y a la que tampoco acudieron uno de los policías locales que intervinieron en la detención del acusado y uno de los sanitarios que le asistió. El único testigo que pudo ver algo negó que tras auxiliar a la víctima hubiera identificado al acusado, tal y como se refleja en el atestado policial y en sus anteriores declaraciones.
“No me lo enseñaron”. Con estas palabras, el testigo presencial tiraba por tierra una de las bases de la acusación, que intentaba demostrar ante la Audiencia Provincial de Las Palmas que J.A.S.S. fue el agresor que atacó e intentó violar a María Cleofé Barreto. L.F.H. garantizó que nadie le llegó a mostrar al acusado para proceder a su identificación.
La sorpresa por esta declaración fue motivo de atención en los alegatos finales del juicio, tanto de la defensa como de la acusación, que incidieron en lo absurdo de este testimonio insinuando incluso, por parte de la acusación particular, que podría tratarse de una forma de evitar problemas o de una reacción tras haber contactado con el acusado después de los hechos.
Una de las vistas orales del caso celebradas en Arrecife.
Entre los defectos de forma enumerados por la víctima, “la sentencia no ha tenido en cuenta que yo reconocí al todavía presunto autor de los hechos en cuanto lo detuvieron esa misma noche. Tampoco se le ha dado importancia a que se hallara el cuchillo con el que me amenazó y que también reconocí a los pocos minutos”, dijo.
Presuntas negligencias
La víctima asegura que el segundo abogado de oficio que le designaron -Felipe Callero, que precedió a Irma Ferrer-, el Juzgado Número 1 de Arrecife y la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas han venido realizando un juicio paralelo a sus espaldas lleno de negligencias.
Para empezar, además de un continuo ir y venir de la documentación de su caso desde Lanzarote hasta Las Palmas, la denunciante resalta que el acusado, que había estado en prisión provisional desde la fecha de los hechos, quedó en libertad el pasado 30 de abril de 2004 porque supuestamente ella “carecía de abogado”. Para seguir, dicha salida no se le comunicó a Cleofé hasta unos ocho meses después, durante los cuales la joven incluso interpuso una denuncia porque un desconocido entró en su habitación hasta en dos ocasiones. “Mi abogado fue a reclamar medidas cautelares contra el presunto autor de los hechos en el preciso instante en que quedaba en libertad”, precisó. “Luego, con el siguiente abogado, descubrí que se podían haber solicitado en cualquier momento del proceso. Mi propio abogado me estaba dando largas”.
Al pedirle explicaciones al letrado designado por el Juzgado Número1, asegura que éste le aseguraba siempre que no le habían llegado las notificaciones, pero desde un principio le avisaba de que la sentencia sería absolutoria. “El 11 de octubre de 2005 me enteré de que el expediente de mi caso llevaba meses parado en Arrecife y pendiente de enviar todavía a la Audiencia Provincial, porque faltaba sólo la firma de mi abogado”.
Además, María Cleofé denuncia que tampoco la Policía Nacional facilitó una rueda de reconocimiento durante las diligencias, y que y tuvieron que pasar hasta cinco años para que le dieran una simple fecha para su primer juicio.
Coacción y miedo ante los medios
La denunciante destacó que tras su intervención en un programa de Telecinco, al que asistió para denunciar su caso, su abogado y los siguientes -pactó con Callero su renuncia y contrató de su bolsillo a otros letrados- le han venido recomendando que no difundiese sus opiniones sobre la manera en que se había llevado el caso. “Ahora sigo estando sola, pero esta es la única manera de salir adelante. Denunciando todo lo que ha pasado”, manifestó.
Según la denunciante, que ha tramitado también sus quejas a través del Diputado del Común, “tampoco se me ha incluido entre las víctimas de violencia un delito violento o contra la libertad sexual por lo sucedido, como dicta la Ley 35/ 1995 (...) Toda la rehabilitación la he realizado sola y sin ningún tipo de ayuda. Sólo la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Arrecife, a la que tuvo que solicitar el cambio de abogado de oficio, me pagó parte de los gastos de rehabilitación, especialistas y medicamentos, tras haberme quedado sin empleo y sin paro”.
Los hechos reflejados en la denuncia
“Si me violas te la arranco de cuajo”. Éstas fueron las últimas palabras que María Cleofé Barreto Cedrés dirigió a su presunto agresor, J.A.S.S. Además de los delitos que la Fiscalía le imputaba, que sumaban un total de seis años de prisión, la acusación particular añadía también un delito de amenazas, y elevaba la indemnización para la víctima a la que el acusado se enfrentaba también, de los 13.000 a los 50.000 euros.
A sus 40 años, María Cleofé rompió a llorar en los juzgados en cuanto vio aparecer a su presunto agresor. Sin esperar si quiera que se presentara, la víctima aseguró que “al mirarle a los ojos veo que ha cambiado físicamente tras estos cuatro años, pero me doy cuenta de que él también se acuerda perfectamente de lo que pasó”.
Los hechos ocurrieron el pasado 9 de octubre de 2002. Desde entonces, el acusado ha estado cumpliendo prisión preventiva hasta el pasado 30 de abril de 2004. Según las diligencias, el día de los hechos el presunto agresor se quitó unos auriculares y se acercó a Mª Cleofé Barreto, quien ese día caminaba por El Cable “tranquilamente” en dirección a Arrecife.
Tras salir a su paso, éste la amenazó poniéndole un cuchillo en el pecho y la invitó a acercarse a un rincón. Ante la negativa de la víctima, el tono de la conversación se fue acalorando y ella le explicó que no pensaba dejarse “violar por un pelagatos” como él. Entonces el acusado la amenazó, presuntamente, con tirarla contra unas rocas por el rompeolas de El Cable, que en ese momento estaba sin cubrir por el agua del mar.
“Prefiero morir a que me violes”, dijo María Cleofé. “En ese momento me tiró contra las rocas”. Debió caer de cabeza pero al maniobrar durante la caída la colisión se produjo sobre el glúteo.
“Intenté levantarme. La pierna izquierda la tenía muerta y cuando me senté el presunto autor de los hechos apareció pidiéndome un móvil”. Tenía rota la cadera y era imposible que se levantara. “En ese momento puso sus manos en la cremallera de mi pantalón, y le dije que si me pensaba violar se la iba a arrancar de cuajo. Salió corriendo llamándome ‘loca, loca', y me quedé sola esperando la muerte”.
Una carrera en solitario
Afortunadamente, después de que incluso los traumatólogos del Hospital General dieran su movilidad por perdida, Cleofé logró volver a andar el 11 de noviembre del mismo año 2002. “Mis fuerzas me llegaban sólo porque quería verle encerrado en la cárcel”, subrayó.
En este tiempo, Cleofer Barreto se ha encargado de difundir su versión a la opinión pública a través de los medios de comunicación y de tocar todas las teclas posibles para que su denuncia no quedase el olvido.
La decisión de recorrer periódicos y televisiones en busca de apoyos a su causa pudo incluso haberse vuelto en su contra, ya que la abogada defensora utilizó algunas de sus declaraciones para evidenciar contradicciones en su testimonio.