


Desde primera hora de la mañana un año más miles de personas se han lanzado este sábado de fuerte calor a la carretera para participar en la tradicional peregrinación que se realiza a la ermita de Mancha Blanca, en Tinajo, unos con la intención de saludar a la Virgen de Los Dolores y para realizar las habituales ofrendas y otros simplemente para divertirse. Ha sido un día de celebración en el que se han visto a numerosos grupos, especialmente en los alrededores del Monumento al Campesino, que han ido poco a poco y sin apenas incidentes llegando hasta la popular plaza de la ermita, donde este año no se han producido las aglomeraciones del año anterior. Y es que el año anterior, la romería de 2022, se demostró que después de los años de pandemia la gente tenía ganas de salir y de disfrutar de las actividades que se hacen en la calle. Desde primera hora también tanto el presidente del Cabildo, Oswaldo Betancort, como el consejero de Seguridad y Emergencias, Francisco Javier Aparicio, estuvieron controlando el dispositivo que se genera para que nada suceda, y si sucede, que haya una respuesta rápida y contundente.





Mientras los romeros participaban otros, los voluntarios y los trabajadores de las fuerzas del orden, de Protección Civil o de los bomberos, han estado trabajando para que todo saliera bien. Lo han logrado, sobre todo los integrantes de la Guardia Civil de Tráfico, que han evitado un auténtico colapso en la zona del Monumento al Campesino, donde se produce el cruce de caminos que conducen hasta el lugar donde finalmente llega todo el mundo. Allí, en el Monumento, ha sido clave el control sobre el flujo de vehículos; de lo contrario, habría sido imposible que tantos coches accedieran al lugar prácticamente todos a la misma hora. Si el año pasado se colapsó esa zona, este año se circulaba sin problema a la hora más conflictiva, entre las cinco y las seis de la tarde.




Desde primeras horas de la mañana una marea de romeros, vestidos en su mayoría con los trajes típicos de la tierra, se han hecho notar por los distintos caminos que conducen hasta el mayor templo de devoción cristiana de Lanzarote, en la que es sin duda ya, también en este 2023, la mayor fiesta de todas las que se celebran en la Isla, y una de las más importantes de Canarias. Un fin de semana antes del día festivo, eso sí, y casi coincidiendo con Los Remedios, en Yaiza, lo que ha provocado no pocos quebraderos de cabeza a los organizadores. Año tras año se echa en falta algo más de promoción, y algo más de intensidad a la hora de seguir contando con aquellos que ahora no entienden lo importante que es crear unidad en un territorio tan complejo como el canario. Falta, sobre todo, transmitir los valores de la canariedad a la gente más joven y lo que significa un día de tradición como este, que en ningún caso es un culto al botellón y sí a otro tipo de cuestiones que forman parte de la historia de esta tierra.




No ha sido un día sencillo, especialmente porque el calor ha apretado, como lo viene haciendo en estos primeros días en este mes de septiembre. Todo eso, junto a otros factores que ya se han ido analizando en los últimos años, ha provocado que en este 2023 cambiara la percepción general y se entendiera que la fiesta ha cogido parte de lo que había perdido.





A lo largo del día, una vez que se puedan hacer estimaciones, se irá conociendo el número real de personas que han llegado hasta Mancha Blanca, que ha ido oscilando en el tiempo y que tuvo su menor participación en 2012, el año que se decidió trasladar la romería al domingo. Independientemente del número, lo que está claro es que los que lo han hecho lo han hecho con todas las ganas, el fervor y el buen humor del mundo. De lo contrario no irían. También se ha notado en esta edición, como en 2022, mayor participación de personas en otras jornadas, gente que ha cumplido la promesa de ir a ver a la Virgen de Los Dolores en un día distinto al de la mayoría de los peregrinos.