Un césped artificial suele costar de media unos 300.000 euros. Lo saben muy bien los numerosos campos de fútbol que en Lanzarote han logrado tenerlo gracias al esfuerzo de todos los contribuyentes, que son al fin y al cabo los que lo sufragan con sus impuestos. Una vez que se logra cuesta mucho mantenerlo. Cada club pone mucho celo y mimo en cuidarlo, en mantenerlo, en regarlo para que la fibra artificial no se seque, no se cuartee y que sobre todo no termine rompiéndose. Es así en todos los campos que lo tienen menos en el de Teguise, donde su Ayuntamiento, con la inestimable colaboración del Cabildo de Lanzarote, decidió autorizar la celebración de un macroevento de motocross no en los alrededores del terreno de juego, sino en el interior. El césped artificial del club de Teguise se convirtió en una pista de baile y en un lugar para que las motos y los motoristas se lo pasaran a lo grande.


Este domingo por la mañana varios lectores de este periódico que salieron a caminar por la zona enviaron sus quejas y sus protestas no sólo por lo asombroso que resultó para ellos comprobar que se había cometido una barbaridad semejante en una instalación pública sino por cómo se encontraba el recinto y los alrededores coincidiendo con la llegada de miles de turistas que visitan La Villa para acudir al Mercadillo. Botes, latas, botellas de plástico, colillas… Todo un espectáculo nada digno de ver dentro de un campo de fútbol donde normalmente compiten niños y niñas de diferentes edades.

La razón no es otra que el día anterior una empresa privada logró que el Ayuntamiento de Teguise y el Cabildo de Lanzarote, a través de sus departamentos de Turismo, no sólo permitieran sino que patrocinaran y pagaran con dinero público algo que se conoce como Freestyle Zombies, que está de gira por Canarias y que con total probabilidad causaron el deleite del público asistente a la cita. Los aficionados al motor lo debieron disfrutar. Sin embargo, la gente que pasó por la mañana por ahí y vio las consecuencias del espectáculo no tanto. Mucho menos los responsables del club de fútbol, que habrán sufrido tanto o más que el propio césped artificial.
De hecho, las imágenes que mandan algunos de los lectores están tomadas, según explican, a la una del mediodía, cuando todavía no se había limpiado la zona y ni se habían retirado las sillas y las vallas que habían colocado encima del delicado césped artificial. “Es increíble que se haga un uso así de una instalación pública como esta, donde llegaron a colocar una barra de bar casi en el centro del terreno de juego, lo opuesto a lo que representa un campo de fútbol”, comenta una lectora ciertamente indignada.

Y no les falta razón a los lectores. El terreno de juego, sin ningún tipo de protección, estaba lleno de sillas, de vallas metálicas y de una enorme barra desde la que sirvieron las bebidas a los numerosos asistentes que seguro que se congregaron allí el día anterior.
“Aunque lo dejen todo recogido, que seguro que lo recogerán además operarios municipales, habrá que ver cómo queda ese césped. No tienen ni cuidado ni respeto por nada”, comenta otro lector que salió a caminar por la zona a primera hora y se tropezó con el otro espectáculo, el que no dieron los motociclistas.