martes. 22.04.2025
La especialista destacó la importancia de la coordinación y colaboración entre la familia y la escuela, y atendió las preguntas planteadas por los padres y educadores presentes en el auditorio

Rocío Ramos-Paúl: “Los padres perfectos no existen”

La popular psicóloga de la televisión compartió con 395 padres y profesionales de la educación una charla-coloquio organizada por la guardería Chiquitín de San Bartolomé. Con un discurso muy didáctico y poco catastrofista, Rocío Ramos-Paúl dio unas pautas generales a tener en cuenta a la hora de educar a un niño

Fotos: Jose Curbelo

“Los padres perfectos no existen”. Con estas tranquilizadoras palabras comenzó este martes por la noche su intervención la popular psicóloga de la televisión en el teatro de San Bartolomé, ante un auditorio lleno de padres. “Daos permiso para cometer errores, tenéis derecho a equivocaros, y no pasa nada”. “No pasa nada por reconocer ante nuestro hijo que nos hemos equivocado, el niño aprenderá también con nuestro ejemplo”, señaló.

Las últimas investigaciones, apuntó Rocío, indican que durante los seis primeros años de vida se forman los circuitos neuronales de nuestro cerebro, que alcanza en este periodo el 80% de su crecimiento: “Un potencial en nuestras manos que tiene que aprender y desarrollarse”. Lo que no aprenda en esos primeros años, indicó, es muy difícil que lo aprenda luego. La psicóloga puso “deberes” a los padres allí congregados: en primer lugar, “dedicar obligatoriamente un tiempo a nuestro hijo todos los días”. Durante ese tiempo, el niño tiene que ser el protagonista con sus padres. Para ello, sugirió, se le puede integrar en las tareas domésticas en función de la edad: poner la mesa, recoger la ropa, hacer la cama, ayudar a cocinar, etcétera.

En segundo lugar, “festejar sus logros y animar a que se repitan” con palabras de cariño y con besos. Lo más eficaz, advirtió, es ignorar - en la medida de lo posible - los comportamientos negativos (como las palabrotas) y reforzar los positivos mediante la atención. En este sentido, dijo, hay que “fomentar conversaciones y escucharle” para anticiparse a lo que le pasa.

En tercer lugar, “permitir que explore, que investigue, que se mueva”, porque tienen que entender que no pueden estar siempre pegados a su madre o a su padre, y que estos también tienen cosas que hacer y hay que respetarlas.

¿Qué les pasa a los padres?

La psicóloga enumeró las actitudes más frecuentes de los padres en la actualidad y apuntó vías para modificarlas. Los padres suelen tener miedo a hacer las cosas mal. Tienen poco tiempo y se sienten culpables. Rocío les aconsejó pensar en positivo, aprovechar bien el tiempo que pasen juntos. Los padres sufren estrés que transmiten a sus hijos: “corre, corre, que hay que vestirse, corre que hay que lavarse, corre que hay que desayunar, corre que no llegamos al colegio...”. El estrés es de los padres, no de los niños, recordó.

Luego están los conflictos domésticos, cuando los padres tienen visiones diferentes acerca de las normas a seguir y discuten entre ellos ante la mirada atónita del niño. Si los padres se ponen de acuerdo antes de actuar con sus hijos, estos percibirán una coherencia en lo que les exigen y sabrán distinguir claramente los comportamientos adecuados y los inadecuados.

Los padres no quieren defraudar a sus hijos, no saben o no quieren decir “no”: “con el poco tiempo que tengo para estar con él, cómo le voy a negar esto o aquello...”. No quieren frustrarle. Pero las frustraciones son buenas, señaló Rocío. Forman parte de la vida y sirven para saber disfrutar de lo bueno. “Tenemos que educar con la realidad que hay, el objetivo es saber adaptarlos a esa realidad y darles herramientas para desenvolverse” en el mundo. Y, ¿cuáles son esas herramientas? Rutinas, hábitos, normas y límites.

“Un niño con límites es un niño seguro y protegido”

“No puedo con él”. Probablemente, una de las frases más repetidas por los padres en la actualidad. Si eso sucede con tres años, aseguró Rocío, es relativamente fácil invertir la situación; pero la cosa se complica muchísimo cuando llegan así a los catorce.

Para ilustrar la importancia de las normas y los límites, la especialista leyó un testimonio real de un adolescente de catorce años: “Si mis padres no me ponen hora de llegada a casa, es que no les importo”. A fuerza de dárselo todo hecho y de no negarles nada, los niños crecen sin la capacidad para realizar el esfuerzo que requiere conseguir las cosas por sí mismos, explicó Rocío.

Un niño sin límites, indicó la psicóloga, nunca tiene suficiente. No es capaz de postergar las cosas, de esperar, no entiende “ahora no”. Y lo que es peor, su autoestima estará ligada a las cosas materiales. En su consulta, Rocío ha observado que todos los padres coinciden en algo: quieren que sus hijos sean felices. Pero ante la pregunta de cómo entienden la felicidad de sus hijos, ellos se apresuran a responder: “que no sufra”. Esto es un error, en opinión de Rocío, porque “ser feliz” no es sinónimo de “no sufrir”. Para estar alegre hay que pasar por estar triste. La felicidad, en cambio, está íntimamente ligada a los límites y a la protección, aseguró. “Un niño con límites es un niño seguro y protegido” porque “si el niño se siente más fuerte que sus padres no se siente protegido por ellos”.

Los niños son anárquicos

Los niños son anárquicos, explicó Rocío, y por eso hay que ponerles rutinas y hábitos. Los horarios son muy importantes. “Cada actividad tiene una hora, un lugar (siempre el mismo), se realiza siempre de la misma manera, y tiene un principio y un final”. Para que los niños realicen estos “rituales” hay que motivarles, señaló. “David, ya eres mayor, así que vamos a quitar la trona y vas a comer en una silla como nosotros. Los mayores tienen ventajas, como poner la mesa. Además, te he comprado un taburete para que te laves las manos tú solo”, ejemplificó la psicóloga. “Hay que poner emoción a los rituales”, insistió, y añadió que “un niño sin hábitos a los cuatro años es un niño desobediente, difícil de controlar y sin orden por dentro”.

Por último, Rocío Ramos-Paúl invitó a los padres allí presentes a no olvidar lo más importante: “quered a vuestros hijos, demostrádselo, hacerles saber que estáis orgullosos de que estén en vuestras vidas”.

Rocío Ramos-Paúl: “Los padres perfectos no existen”
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