Ya no se les llama superdotados. Las distintas asociaciones prefieren utilizar el término “niños con altas capacidades”, niños a fin de cuentas, que como cualquier otro, también quieren pasar el mejor verano posible, aunque conciban este período estival como algo más que tumbarse en la playa.
Josefina Vergara es la presidenta de la Asociación en Lanzarote y explica que “lo que hay que tener en cuenta es que estamos hablando de chiquillos y que para algunos lo divertido es estar tirado en la arena y otros prefieren hacer actividades más intelectuales como la informática”. Vergara se queja de que “en ocasiones las cosas que se organizan no habría que distribuirlas entre niños normales o con altas capacidades, sino pensar en los padres que no podemos llevarles porque por ejemplo, yo quería apuntar a mis hijos a natación, pero la clase era a las once de la mañana, una hora imposible cuando trabajamos los dos padres y no tenemos a nadie que pueda acercarles”. Dice que “faltan vacaciones más organizadas y algún otro tipo de campamento que ofrezca cosas distintas”.
¿Qué piden los niños altas capacidades?
“Me llamó mucho la atención cuando entré en contacto con familias de niños de altas capacidades y decían que tenían que estudiar y estudiar y un día conseguí una tutora para que los chinijos estudiaran dos horas en casa y fue la primera vez que mis hijos me dijeron que se habían divertido mucho y yo me quedé de piedra y me di cuenta de que ellos ven la vida de distinta manera”, recuerda.
También reconoce que tuvo la suerte de que la profesora fue la idónea para ellos. “Era la típica maestra que trabajaba con niños que no querían estudiar y se sorprendió mucho de tener alumnos que quisieran todo lo contrario, aprender más”. Explica que “para cualquier profesor que tenga ganas de involucrarse, estos niños son un chollo porque raramente te van a decir que no a algo, siempre y cuando estén estimulados”.
Esto no significa que a estos pequeños no les guste jugar como a cualquiera y cree que sería estupendo que todos, los de altas capacidades, los que tengan alguna minusvalía..., todos deberían poder compartir actividades porque insiste Vergara “todos son niños”. Opina que lo que debería hacerse es ampliar la gama de actividades en los campamentos y que se pueda jugar al fútbol pero también al ajedrez. Aunque le parece utópico, piensa que “a lo mejor es utópico pero uno puede enseñarle a jugar al ajedrez a otro y éste a jugar al fútbol a él”.
Monitores a los que respeten
Josefina explica que estos días ha estado en contacto con la presidenta de la asociación de Las Palmas, con la que trabaja habitualmente y le comentaba que “allí se habían solicitado las aulas de la universidad para poder hacer trabajos de informática y otro montón de temas de lo más variado”.
Piensa que “es muy complicado saber qué pediría un niño de altas capacidades; por eso, lo mejor sería escucharles a ver qué quieren o qué necesitan porque cada uno tiene sus propios objetivos”. Lo que no cree es que funcionara un campamento específico para estos críos.
Vergara hace referencia a un nuevo videojuego, creado por un programador vasco, que consiste en la búsqueda del tesoro pensada para estos niños más inteligentes que la media y “plantea grandes problemas matemáticos”. Dice Josefina que “estos retos son los que al niño le divierten; por eso, cualquier actividad que les resulte motivadora en este sentido pero que tampoco les suponga una frustración porque supone objetivos inalcanzables ya sería interesante”.
Ciudad deportiva, biblioteca y piscina “abierta”
Si la asociación tuviera a su disposición todos los medios del departamento de Juventud del Cabildo pediría que se estableciera un triángulo en Arrecife entre la ciudad deportiva, la biblioteca y la piscina que “no me explico porqué no se termina de abrir”. Opina que un recorrido en rotación por esas tres instalaciones sería el plan perfecto, “siempre y cuando los monitores fueran los adecuados y no unos críos que no sepan nada de pedagogía”.
Para la presidenta de la asociación lanzaroteña, los monitores que trabajen con los menores de altas capacidades tienen que ser profesionales “porque el crío se va a fijar mucho en que la persona que esté a cargo de él sepa más que él”. Comenta que “ellos enseguida juzgan los comportamientos y cuando se enfrentan a un nuevo maestro, prestan mucha atención a cómo les tratan y eso hay que trasladarlo al verano”. Explica que “no sirve un profesor de natación que los deje sueltos en la piscina sino uno que conozca los distintos estilos y se los enseñe, no que sean meros cuidadores”.