Este miércoles ha amanecido con el accidente de un avión de la compañía Binter que partía desde Lanzarote con destino a Gran Canaria y que durante las maniobras de aterrizaje, más o menos sobre las nueve de la mañana, sufría un accidente al estallar una de sus ruedas. Las imágenes captadas tras el accidente muestran realmente el alcance de lo que se podía haber convertido en un siniestro mucho peor de lo que finalmente fue.


Según la información aportada por uno de los pasajeros a este diario, la insólita situación provocó que el avión realizara saltos extraños durante un minuto que provocaron que las personas que viajaban en la aeronave se miraran entre ellos y se preguntaran qué estaba ocurriendo. A pesar del susto, el pasajero aseguró a Crónicas que en ningún momento se produjo ninguna situación de pánico entre la gente.
El piloto informó a la gente de la situación, tranquilizando a los pasajeros e indicando los diferentes pasos a seguir establecidos en el protocolo, dando la sensación de que el percance no era grave. El equipo de vuelo se sumó acto seguido a la acción del piloto y colaboró de forma activa para tranquilizar a los usuarios del Binter.


Los tripulantes se vieron obligados a estar hasta 30 minutos dentro del avión hasta que las guaguas que los iban a desplazar hasta la terminal, que se encontraban a cierta distancia, llegaron escoltadas junto al camión de bomberos que procedía a comprobar el estado del avión, cumpliendo en todo momento con el protocolo para este tipo de emergencias.
Tras desembarcar los diferentes pasajeros, una vez superado el susto, les tocó vivir otra pequeña odisea en el aeropuerto de la isla redonda, tener que esperar más de una hora para recoger sus maletas.