Aunque a primera vista la Concejalía de Festejos de un Ayuntamiento podría considerarse de las “marías”, de las fáciles de llevar, sólo hace falta que pasen unos sangineles para darse cuenta que hasta el mínimo detalle es importante. Estas navidades, “la movida” comenzó con las luces navideñas, con su tamaño, frecuencia y con los concejales que acudieron a inaugurarlas. El concejal responsable del área, Miguel Ángel Ferrer, repasa lo bueno y lo malo de las fiestas.
-¿Se imaginaba todo lo que suponía entrar en esta Concejalía o ha tenido que ir enterándose a marchas forzadas?
-La verdad es que hasta que no estás metido en el ajo no sabes la importancia que tienen muchas cosas y la posible complicación que pueden llegar a tener. Tampoco me imaginaba la importancia que le da la población a determinados aspectos que tienen que ver con la organización de las fiestas.
-¿Tiene la sensación de que aunque organice las mejores fiestas posibles siempre va a haber alguien que se queje?
-Sí pero todo el mundo tiene derecho a opinar porque todos tenemos nuestros gustos personales y podemos criticar perfectamente las cosas que se hacen desde las instituciones y yo no voy a ser nunca una persona que intente coartar esas opiniones ni la libertad de expresión de los demás. De todos modos, es cierto que parece que hay muchísimas sensibilidades y que se haga lo que se haga, no va a ser nunca a gusto de todos y va a haber sectores disconformes con las decisiones tomadas. Si eliges blanco, se disgustan los que querían negro; si eliges negro se disgustan los que querían blanco y tampoco puedes quedarte en el gris porque también hay gente a la que no le gusta.
-¿Cree que realmente son los vecinos los que ven tantos problemas o que hay personas interesadas en que exista la sensación de que las cosas siempre están mal?
-Pudiera ser que hubiera intereses en resaltar más algunos aspectos que otros y provocar cierto roce y cierto conflicto pero yo entiendo que eso va a ser así y que los cambios pueden ser más o menos traumáticos. Lo que sucede es que cuando se toman determinadas decisiones, se asume que pueden resultar polémicas. Lo que hay que hacer es intentar sobrellevarlo de la mejor manera posible ya que pienso que es bueno evolucionar y no sólo en las fiestas sino en toda la cultura.
-Una de las cosas que se dijo de usted de las fiestas de San Ginés es que estaba apostando por los cambios, ¿es esta la dinámica que piensa seguir?
-Creo que sí y que sí hay que cambiar porque independientemente de que las decisiones sean más o menos arriesgadas, no es menos cierto que conviene ir renovándose y que la gente pruebe cosas diferentes porque si no, es posible que las fiestas pierdan algún punto entrañable pero que terminen convirtiéndose en aburridas y previsibles y creo que en ese sentido, la gente sí anhela cambios.
-Si se ponen pocas luces, la ciudad está sosa; si se ponen muchas, se está haciendo un despilfarro energético. ¿Cómo se consigue el equilibrio?
-Eso es así. Nunca llueve a gusto de todos y el Ayuntamiento toma las decisiones que cree convenientes en cada momento y en este caso, para ahorrar energía decidimos usar luces de poco consumo energético pero a algunos no les ha gustado y tengo que reconocer que a lo mejor no es el alumbrado que nosotros deseábamos porque teníamos otra idea de cómo debía haber quedado pero por lo menos empezamos antes, el día 3 y en cuanto a consumo energético son menos contaminantes que las de otros años.
-Pero es que las luces no sólo han dado que hablar por su número. Los concejales que acudieron y los que no acudieron a la inauguración han dado para muchas tertulias...
-Aunque sea meter el dedo en llaga, yo creo que ha sido una cuestión que no ha tenido relevancia ninguna y que no es noticiable. Ya he dicho que lo que pasó es que algunos concejales que habían participado y colaborado en el tema de las luces como la concejal de Comercio o el de Barrios no pudieron ir; la primera porque estaba enferma con fiebre en casa y el segundo porque tenía una reunión.
-Hace unos años, la noche del 31 se celebraba por parte del Ayuntamiento con mucho boato, con campanadas y verbenas. ¿Qué fue de ese tiempo?
-Pues nos lo planteamos este año pero vimos que los últimos años que el Ayuntamiento lo intentó fue un fracaso porque no asistió mucha gente ya que los vecinos han cogido la costumbre de celebrarlo en casa o en fiestas privadas o incluso yéndose a otros municipios que tienen más tradición en romper el año como Teguise o Tías. Como además, el presupuesto está bastante encogido, pensamos que no merecía la pena competir con todo eso. Estamos pensando tener para el próximo año alguna actuación musical importante que pueda atraer público.
-Da la impresión de que no sólo el Ayuntamiento tiene el bolsillo encogido. Hace unos años había muchísimas fiestas privadas o verbenas a las que podía acudir la gente, pero ya no se oye nada de eso...
-Puede ser que esta pequeña crisis que hay debido al incremento de las hipotecas esté afectando a todo el mundo y que la gente no quiera gastarse tanto dinero, no sólo en la entrada sino en la vestimenta o zapatería.
-¿Cómo le gusta a usted pasar las fiestas navideñas?
-Yo hace muchos años que suelo pasar estos días en casita, tranquilito o con amigos en pequeñas reuniones de 20 personas como máximo, sin aglomeraciones y a ser posible en pantalón corto o en chándal en La Graciosa.
-¿Qué le pide a los Reyes Magos?
-En lo personal salud, que es lo principal y en lo profesional, serenidad, estabilidad y que el trabajo salga bien.