Existe la teoría de que los tiempos de crisis económica, son de bonanza para las empresas de pintalabios. Se dice que en momentos de guerra en los que no había dinero para comprar bienes de lujo, las mujeres adquirían pintalabios para tener la sensación de que podían darse algún capricho.
Parece ser que en esta época de subidas de Euribor, de cestas de la compra imposibles y de ajuste de cinturones, los canarios también recurren al efecto psicológico que supone pensar que “si me toca, me jubilo” y eso que con la lotería nacional, nadie se retira.
El año pasado se vendieron 156.304 billetes de cupones para Navidad en la provincia de Las Palmas, con un gasto medio de 30 euros por persona. Se prevé que este año suba el volumen invertido.
Paco Romero es el propietario de la Administración de la calle Argentina en Arrecife y asevera que no se están notando los efectos de la crisis en la venta de lotería, todo lo contrario. “Nosotros tenemos hasta la fecha un incremento del 4% en el despacho en relación con el año pasado y siempre se nota que en los malos tiempos, los juegos del Estado funcionan mejor”, comenta. Esto es algo que sucede con la primitiva, las quinielas y sobre todo, con la lotería de Navidad, que además, cuenta con cierto componente sentimental que hace que pocas personas se libren de caer en la tentación de llevarse un par de numeritos. Dice que “el resto de las administraciones también deben de estar notando un incremento que ronda el 4 o el 5%”.
Romero atribuye a la desesperación por llegar a fin de mes la causa de esta confianza casi ciega en la suerte. Opina que “la gente sueña con que el azar les pueda sacar del bache”.
El resto del año ha sido desigual en el territorio español. Mientras que en el conjunto del Estado hubo un descenso en las ventas de loterías del 13%, curiosamente en la provincia de Las Palmas aumentó un 6,24%. Dice Romero que “los últimos meses sí que se está notando un poquito de bajón en el tema de la primitiva que se compensa con el aumento de la lotería de Navidad”. El administrador de este establecimiento piensa que “la diferencia de Las Palmas con el resto del país puede venir de que aquí se esté pasando una mayor crisis y por eso se está confiando más en la suerte”.
Afirma que “la gente está invirtiendo el poco dinero que le sobra, una vez descontados los gastos en bienes necesarios y en la educación de los hijos en loterías y prefieren apostar que tomarse una copa”.
Poco dinero de beneficio
Está claro que teniendo en cuenta que lo recibido por inversión es muchísimo más bajo en este sorteo que en el Euromillón o la primitiva, no se entendería el consumo masivo de los cupones navideños sin el componente sentimental. Para algunos supone una forma de estar en contacto con la familia, a través del intercambio de décimos; para otros es una manera de colaborar con determinadas asociaciones o clubes que los venden y en otros saca sus peores instintos pensando lo que podría pasar si les tocara a sus compañeros de trabajo y a ellos no. “La tradición hace que todos los españoles o incluso algunos extranjeros lleven algún número, aunque sean conscientes de que los premios no son excesivos y aunque te pueden sacar de un apuro, no te van a hacer millonario, como pasa con la Primitiva, que sí que te puede jubilar”. Comenta que “lo bueno que tiene la lotería de Navidad es que toca de forma colectiva, a todo un barrio o toda una empresa”.
Muchas ventas a turistas
El intercambio de números también es muy habitual en Lanzarote y según Romero, “como esta lotería se está vendiendo todo el año, la gente que viene en verano de vacaciones se suele llevar algunos cupones y luego tienen que llamarnos para pedirnos el mismo número porque quieren dárselo a más personas de su pueblo o su ciudad”. En esos casos, se les reenvía a través de mensajería asegurada con los consiguientes gastos que supone para el comprador.
En el caso de los lanzaroteños, dice el propietario de la Administración que es muy frecuente que se compren diez o quince números para repartir en las empresas y que es habitual que algunos jefes se los regalen a los empleados.
Lo que todavía no ha hecho mella en el consumo de la Isla es la venta de cupones por Internet. Aunque cada vez es más fácil comprar en la Red, sólo grandes administraciones como en Sort suelen sacarle pingues beneficios a este sistema. Dice Romero que “en la Isla todavía se usa muy poco porque la gente prefiere venir por aquí o comprar en los bares”.
Lo que no cambian son las supersticiones a la hora de hacerse con un número determinado. Clásicos como el 13, 69 ó 5 o las fechas de grandes acontecimientos o de catástrofes son los primeros que tienen salida. También están los que piensan que los lugares que hayan sufrido alguna desgracia tendrán más fortuna en el sorteo, por alguna especie de compensación cósmica, algo que las estadísticas dicen que no suele ocurrir.
El décimo del club de lucha
También es muy frecuente que la gente quiera colaborar con clubes de lucha, de balonmano o de asociaciones culturales que utilizan la venta de boletos para sacar un dinerillo. Normalmente son 23 los euros que cobran en lugar de los 20 que cuesta. Para poder hacerlo, “para poner el recargo hay que pedir la autorización de Hacienda pero no se suele hacer y la gente lo vende con el recargo y ya está porque nadie está obligado a comprar”.
Y aunque ya se ha empezado a vender lotería para el sorteo del Niño, lo tradicional es esperar al 22 de diciembre y cambiar reintegros por cupones. Y si no toca, tranquilos que se acaba de dar a conocer el “síndrome de la fatiga de la riqueza” que dice que los millonarios se deprimen mucho antes que los demás, así que ¡quién quiere pasar un mal rato!