martes. 22.04.2025
María Ángeles López de Celis, secretaria de los cinco primeros presidentes de la democracia española y autora de “Los presidentes en zapatillas… y sus primeras damas”

“Sería interesante que en momentos tan difíciles y tan convulsos como estos echemos una mirada por el retrovisor de nuestra historia”

“Hoy parece imposible que dirigentes políticos de diferentes ideologías se sienten a hablar, consensuar y pactar… ¡vamos a ver!, que Santiago Carrillo y Manuel Fraga se sentaban y llegaban a acuerdos”
María Ángeles López de Celis, autora de “Los presidentes en zapatillas… y sus primeras damas”.
María Ángeles López de Celis, autora de “Los presidentes en zapatillas… y sus primeras damas”.

“El presidente Suárez nos preguntaba a los funcionarios qué opinábamos nosotros, nuestras familias y nuestro entorno sobre lo que se estaba haciendo como forma de pulsar la opinión pública”

“Los presidentes dejaban sus vidas en nuestras manos. Teníamos una gran capacidad de decisión y no había secretos que no estuvieran al alcance de los funcionarios”

“La diferencia entre los políticos de antes y los de hoy es que ahora no hay un objetivo común porque cada uno va por libre buscando sus propios intereses”

Es la única persona que ha formado parte de la vida de los cinco primeros presidentes del Gobierno de la Democracia española y tras numerosas obras literarias, ahora publica una exquisita reedición en un solo volumen de “Los presidentes en zapatillas… y sus primeras damas”. La escritora María Ángeles López de Celis, secretaria de esos cinco primeros presidentes y por tanto conocedora de todos y cada uno de los intríngulis de la vida diaria de todos ellos, participó en el programa “Los Miserables” de Crónicas Radio de esta semana para ofrecer a sus presentadores, María Romero y Enrique Sánchez, y a sus numerosos oyentes una perspectiva objetiva sobre una historia que ha tenido el privilegio de vivir en primera persona. "Los Miserables" se está convirtiendo sin duda alguna en el gran proyecto revelación de la nueva programación de Crónicas Radio, con una calidad insólita y con la presencia de lo más granado de la literatura actual y del pasado de todo el país. 

- Estuvo 32 años en un cargo apasionante por las circunstancias políticas que se vivieron en España tras el nombramiento de Adolfo Suárez hasta el final del mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Es la historia de la vida de mucha gente.

- Ese era el objetivo. A mí me vinieron a buscar porque nunca en mi vida me había planteado escribir un libro y mucho menos contando mi vida profesional, que no deja de ser la de muchos funcionarios. Yo soy consciente de que tuve un privilegio estando en el lugar oportuno en el momento adecuado. Esa es la suerte que tuve. Tuve que empezar a trabajar muy joven y mi primer destino en la Administración hizo que se cruzara en mi camino Adolfo Suárez, que cambió mi vida para siempre porque mi sueño de juventud era dirigir un colegio. Yo quería ser docente y dirigir un colegio pero eso nunca sucedió. Cuando Espasa me vino a buscar para convencerme de que era una persona singular y tenía que dejar un testimonio porque era mi obligación moral, con un montón de frases grandilocuentes, terminaron por convencerme de que tenía esa misión de que no se perdieran esos detalles. El valor de este libro es su exclusividad porque hay muchos libros sobre la transición, lo que pasó y lo que no pasó en los primeros años de la Democracia o cómo hemos llegado hasta aquí, con grandes autores y mucha investigación pero eso no tiene nada que ver con mi libro. Lo mío es cómo vive un trabajador todo eso que no trasciende a la opinión pública y que nadie sabe. Esto lo hace mucho más ameno y hay momentos de mucha tensión pero otros muy distendidos con anécdotas que no se encuentran en otros libros.

- No es un libro con tintes rosas o de prensa amarilla; nada más lejos de la realidad. Es un diario escrito en primera persona con vivencias dulces a veces pero aterradoras otras. Cuenta que tuvieron que empezar de cero y crear el puesto de trabajo dándole cada uno su propia personalidad. ¿Cómo fue esto?

- Claro, empezando por el propio Gobierno y el propio presidente porque en España no había experiencia democrática y había muy poca cultura académica y política; dábamos pasos sin saber muy bien dónde íbamos a poner el pie y qué consecuencias iba a tener todo eso. Ya ha pasado mucho tiempo y la transición se ha convertido en un proceso digno de estudio, muy valorado internacionalmente y del que podemos sentirnos muy orgullosos pero para nada fue fácil. Fue muy difícil poner en solfa todo lo que nos separaba a unos españoles de otros. Cuando hoy parece imposible que dirigentes políticos de diferentes ideologías se sienten a hablar, consensuar y pactar… ¡vamos a ver!, que hubo momentos en los que Santiago Carrillo y Manuel Fraga se sentaban y llegaban a acuerdos; dos personas tan en las antípodas pero teníamos un objetivo común y hoy ese objetivo ha desaparecido.

- Los políticos de aquella época tenían el objetivo de que España volviera a renacer. Eran personas que buscaban la concordia, sabían estar y tenemos el ejemplo de todo lo que consiguieron.

- Lo que pasa es que todos remábamos en la misma dirección y no había constantes palos en las ruedas. Había problemas empezando por un terrorismo que nos tenía acogotados. Fueron unos años muy difíciles. No teníamos un país con medidas de seguridad y carecíamos de todo. Nos guiábamos por el sentido común hasta el punto de que el presidente nos preguntaba a los funcionarios qué opinábamos nosotros, nuestras familias y nuestro entorno sobre lo que se estaba haciendo como forma de pulsar la opinión pública. Los medios de comunicación fueron claves en todo el proceso de democratización de España e hicieron una labor importantísima de pedagogía, difusión y de información que no teníamos. Los españoles teníamos claro que, con nuestras diferencias, queríamos olvidarnos del pasado, ser un país democrático, ser europeos y tener un futuro de otra manera distinta. Eso fue lo que hizo que todo funcionara. Cuando escucho las cifras económicas me acuerdo de que nosotros teníamos unas cifras de inflación que no eran normales; era una cosa exagerada y por eso fueron los Pactos de La Moncloa, unos pactos con una economía miserable y un país que andaba con unas cifras macroeconómicas terribles pero allí estaban todos los partidos políticos y todos los actores sociales para empujar. Eso es lo que hizo de la transición algo único en el mundo. Yo me siento muy orgullosa de haber contribuido desde mi pequeña parcela como española y como trabajadora con ese objetivo.

- Hablaba de los Pactos de La Moncloa con los que se acordó que para que bajara esa inflación era necesaria una política de rentas, de limitar el crecimiento de los salarios. Sin eso, no se habría podido salir de la situación que se estaba viviendo. ¿No le parece?

- Desde luego y si lo miramos desde la óptica actual, uno puede imaginarse lo que fue consensuar entre todos que las cosas funcionaran. Hoy el problema es que no hay un objetivo común porque cada uno va por libre buscando sus propios intereses. Vivimos momentos políticos completamente diferentes y cuando durante todo este tiempo la gente me pedía que hiciera una reedición de estos libros, yo no lo tenía muy claro. Lo que pasa es que, llegados a este punto, creo que es muy interesante que, en momentos tan difíciles y tan convulsos como estos, echemos una mirada por el retrovisor de nuestra historia para intentar recuperar ese espíritu de consenso y de unidad que tan buenos resultados nos dio en su momento con una situación tan difícil.

- ¿En cuál de los mandatos fue más feliz?

- Es difícil decir porque ha habido momentos para todos los gustos. Yo tengo que reconocer que mi corazón siempre estará con Adolfo Suárez porque empecé a trabajar con él en Moncloa a los 21 años y hablamos de los años 70, que no tienen nada que ver con los de ahora. Yo era una cría que estaba estudiando Psicología y me ofrecieron la posibilidad y me encantó la idea aunque pensaba que era algo provisional. Con los tres primeros presidentes esa piña entre todos fue muy importante. Los presidentes siempre se apoyaban en sus gabinetes y en sus secretarías y ellos podían dejar perfectamente sus vidas en nuestras manos. Teníamos una gran capacidad de decisión y no había secretos que no estuvieran al alcance de los funcionarios que trabajábamos de forma directa con ellos. Eso te hace pensar que lo que haces es realmente importante y que tu participación es muy seria. Los dos siguientes presidentes ya fueron de otra manera. También es verdad que los objetivos estaban conseguidos. Con Aznar y Zapatero la presidencia del gobierno ya estaba organizada; todos funcionábamos cada uno en su lugar de forma mucho más jerarquizada y ya no teníamos ese nivel de cercanía. Eso no quiere decir que no tuviéramos papeles importantes pero nunca fue de la misma manera. No hubo solo una unidad profesional sino también muy personal porque trabajábamos juntos. Cuando yo empecé a trabajar en La Moncloa, el Palacio es un edificio en la que se utilizaba la parte de abajo como oficinas y la de arriba como vivienda; es decir, estábamos todos bajo el mismo techo y eso implicaba mucho respeto para las vidas familiares y personales pero también una cercanía que hace que todo eso sea muy especial. Yo tengo recuerdos maravillosos de aquellos años; mucho más emotivos que los que tengo de después.

- Entonces está claro con cuál de los presidentes volvería a trabajar.

- La época de Suárez fue difícil pero también muy importante. Yo trabajé con él 4 años y medio. También pude aprender y vivir lo que fue un cambio absoluto de este país y la transformación absoluta de España la llevó a cabo Felipe González. Tienes una visión completamente diferente de lo que es la política y lo que supone formar parte de entidades supranacionales porque nosotros no estábamos acostumbrados a ir a Bruselas o la OTAN. Recuerdo la primera vez que tuvimos que organizar en Madrid un evento tan importante como la I Conferencia de Paz que se celebró en Madrid en la época de Felipe González, que él nos decía que pensáramos lo importante que iba a ser que durante tres días íbamos a estar en el foco de todo el mundo. Aquello te parecía increíble. Hoy ya tenemos una experiencia enorme en todo tipo de eventos.

- Durante esos años pasaron muchos grandes acontecimientos para los que tuvieron que ir adaptándose sobre la marcha.

- Cuando yo empecé a trabajar no había ordenadores ni móviles. El fax fue un invento increíble. Hasta los 80 con Felipe González no empezamos a utilizar los primeros ordenadores. Tuvimos que aprender a manejar aquello. Cuando había que escribir un discurso para un presidente que podía durar más de una hora, son 70 u 80 páginas, cada vez que había un cambio, había que empezar otra vez.

- Habla de lo altamente preparados que estaban estos presidentes y del alto nivel intelectual que tenían. Eran personas que habían estudiado mucho y que se habían preparado a fondo.

- Había mucha diferencia entre la gente que realmente había podido acceder a los estudios por las diferentes circunstancias de la vida. Esas personas tuvieron la suerte de poder permitirse formarse. Había mucha diferencia entre la élite académica y el resto de ciudadanos. Eso ha cambiado. En los 70 que una mujer accediera a una facultad técnica era rarísimo y hoy en día, las facultades están más llenas de mujeres que de hombres.  Afortunadamente, toda la población ha adquirido un nivel cultural que ha mejorado muchísimo aunque siga habiendo diferencias. Ahora hay becas y fórmulas para poder formarse y los jóvenes deberían valorarlo.

“Sería interesante que en momentos tan difíciles y tan convulsos como estos echemos una...
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