Juan Machín ha cumplido este domingo 104 años. Lo ha hecho, como se merece, con un sinfín de sorpresas que le han preparado sus familiares y sus amigos, que los tiene repartidos por todos los rincones de Lanzarote en un número imposible de contar.
El comentarista radiofónico más viejo del país, probablemente el más viejo del mundo, no ha podido celebrar este cumpleaños como celebró el anterior, en los estudios de Crónicas Radio-COPE Lanzarote, lugar en el que cada viernes y durante muchos años se ha ganado el cariño de la gente con su increíble sentido del humor, con su inteligencia y con la dura ironía que emplea cuando analiza las circunstancias políticas que rodean cada momento.
Este cumpleaños lo ha celebrado en su casa de la calle Jacinto Benavente de Arrecife, junto a su inseparable hija María, la santa que le cuida y que le mantiene firme como un roble y sano como una manzana recién cogida del árbol. Además de María, sus nietos y el resto de la enorme familia que ha construido a lo largo de una vida intensa y llena de felicidad, que es la que reflejaba en el rostro en un día como el de hoy.
Desde muy temprano ha ido recibiendo numerosas felicitaciones y a todas ha respondido con la mejor de sus sonrisas. También ha recogido los regalos que se le podían comprar o hacer llegar en un momento muy duro en el que la gente está metida en sus casas en la mayor parte del tiempo para impedir que se propague el puñetero coronavirus, otra historia más que le ha tocado vivir a alguien que ha visto y padecido las consecuencias de una guerra civil o de una guerra mundial. Pero la felicitación más sorprendente, al menos la más ruidosa, ha sido la de los voluntarios de Emerlan, de Protección Civil y de Cruz Roja, que se han presentado en la calle del populoso barrio de Altavista con sus coches y ambulancias y han hecho sonar las sirenas a toda pastilla. Un momento inolvidable para alguien que desde luego no es casualidad que haya llegado a semejante edad con esa energía y con la cabeza en su sitio, casi siempre custodiada por su particular sombrero.
A toda su familia y a sus amigos les habría gustado poder celebrar otro tipo de fiesta, pero las circunstancias no lo han permitido. Sin embargo, manteniendo las restricciones que determina la situación, también ha recibido visitas casi obligadas: por un lado, la de la alcaldesa de Arrecife, Astrid Pérez, que es el municipio en el que reside, y por otro, la del alcalde de Teguise, Oswaldo Betancort, que es en el municipio en el que nació, concretamente en el pueblo de Soo. Betancort, con el que había quedado para este domingo por la tarde, le prometió llevarle una botella de vino tinto, que es el que bebe él, con la advertencia de Machín de que debía ser de un poquito mejor calidad que el que le regaló el año anterior. Sigue teniendo la memoria fresca, para lo que le interesa y para lo que no. Oswaldo Betancort cumplió, le visitó por la tarde y no sólo le llevó una botella, le llevó tres. La alcaldesa, por su parte, le llevó una tarta y compartió con él un ratito en la puerta de su casa.