Cada día que avanza esta insólita situación que le está tocando vivir al mundo avanzan también las historias que son dignas de contar. Algunas grandilocuentes, otras bastante sencillas. Y quizás en las sencillas a veces reside lo verdaderamente grandilocuente.
Entre los muchos gestos que han acompañado al confinamiento obligatorio que se ha producido por culpa del maldito coronavirus, un nombre del que no se va a olvidar la humanidad con facilidad, ha destacado el del reconocimiento a todo el personal sanitario que está combatiendo la enfermedad desde la vanguardia de la sociedad, en primera línea. Por eso todos los días se aplaude a las ocho en la Península y a las siete en Canarias, por todos ellos, por las mujeres y los hombres que están arriesgando su propia vida para tratar de salvársela a otros que gracias a ellos tienen más posibilidades de no perderla.
En estos días, además, se han oído muchas voces y se ha utilizado a los medios de comunicación y a las redes sociales para determinar que el aplauso no debe ir sólo dirigido a los sanitarios, porque hay muchas otras personas que también están dando la cara cada día y que en los momentos de mayor virulencia de la epidemia también salieron a la calle, como lo siguen haciendo ahora: policías, bomberos, transportistas, repartidores, farmacéuticos, periodistas…
En uno de esos pequeños gestos alguien se ha acordado en Lanzarote de otro grupo de valientes, de las mujeres y los hombres que se dedican a hacer que todo siga igual de limpio y recogido que estaba antes de que comenzara esta terrible pesadilla. Alguien ha colocado un sencillo cartel en uno de los cubos de basura del pueblo de Tahíche, en el municipio de Teguise, para decirle a los que se encargan de su recogida que también se aprecia su trabajo, que también debe haber y hay reconocimiento para ellos.
La persona que ha enviado la fotografía a este diario no sabe identificar al autor real de la pegada del cartel, pero tiene la sospecha, por lo que le han dicho otros vecinos, que podría haber sido incluso un niño. Sea quien sea, seguro que ha levantado una sonrisa en muchas de las personas que acuden a ese lugar a tirar la basura y en todos aquellos que se encargan de su recogida. Son pequeños detalles con importancia que la gente normal agradece.